Cómo Clauger convierte a sus empleados en creadores de asistentes de IA

Por Delphine Sauzay. Publicado el 17 de julio de 2025 a las 9:40

En Clauger, la inteligencia artificial no se impuso desde arriba: se difundió oficio por oficio, mediante una estrategia artesanal y descentralizada. La mediana empresa industrial de Lyon, Brignais, capacitó a sus empleados para crear sus propios asistentes de IA, adaptados a sus necesidades, convirtiendo a cada colaborador en un actor clave de la transformación.

En Clauger, la IA se infiltra por todas partes, paso a paso.

¿Y si la revolución de la inteligencia artificial en la empresa no se tratara de grandes proyectos espectaculares de seis cifras, sino de una multitud de usos concretos y discretos, construidos caso por caso? Esta es la apuesta de Clauger, empresa industrial mediana (750 millones de euros en facturación en 2024; 3.000 empleados), especializada en refrigeración y tratamiento de aire, que optó por un enfoque descentralizado y pragmático de la IA generativa.

Paul F. Minssieux, director de servicios informáticos de Clauger — Photo : DR

La apuesta por la simplicidad

En lugar de lanzar una transformación pesada codiseñada con un proveedor informático clásico, el grupo con sede en Brignais (Lyon) eligió una estrategia basada en asistentes de IA personalizados. Desarrollados por los propios empleados, están diseñados para cubrir sus necesidades específicas.

“¿Por qué invertir 80.000 euros en un proyecto largo y complejo, si se puede crear en una hora un asistente que ahorra cinco minutos al día a cada empleado?”, pregunta Paul F. Minssieux, director de sistemas de información.

Desde principios de 2023, los directivos de Clauger, liderados por los hermanos Minssieux —autoproclamados geeks— empezaron a usar ChatGPT a diario. La experiencia convenció, “aunque también vimos sus límites”, comenta Paul F. Minssieux, quien admite haberse frustrado al intentar realizar cálculos matemáticos complejos con la IA.

Líderes geeks y una cultura de innovación

En diciembre del mismo año, “adquirimos 300 licencias de Microsoft Copilot para todos los departamentos, con el objetivo de tener al menos una persona pionera y embajadora en el uso de IA”, cuenta. El presidente de la empresa, Frédéric Minssieux, dio él mismo el impulso trabajando con los juristas en un agente capaz de mejorar los contratos con proveedores, identificando puntos críticos en los documentos existentes. “Además, contábamos con dos prerrequisitos esenciales para la adopción de la IA: una cultura de innovación y una dinámica de cambio impulsada desde la dirección”, añade.

Aunque al principio se utilizaban licencias de Microsoft Copilot, Clauger amplió rápidamente su arsenal. ChatGPT, Claude, Mistral… cada plataforma se prueba según su aplicación. Un portal interno centraliza ahora estas herramientas y garantiza su seguridad. El objetivo: hacer que la IA sea accesible en el día a día, sin complicaciones técnicas.

Crear herramientas a medida para cada función

La idea es simple: convertir modelos de IA de uso general en herramientas específicas para cada oficio. Cada asistente se concibe como un binomio inteligente, entrenado para una tarea concreta, con un tono apropiado (pedagógico, directivo, amigable…), instrucciones detalladas y documentos de referencia. Una especie de “becario virtual”, listo para asistir a los empleados en sus tareas diarias.

Para implementar esta estrategia, Clauger estructuró el despliegue en tres etapas. Primero, una fase de sensibilización general mediante webinars y el Clauger IA Live, un programa interno con estudio de televisión donde expertos de la casa explican la IA y comparten casos de uso concretos.

Segundo, intervenciones específicas durante formaciones por departamento. Cada reunión de equipo se aprovecha para introducir la IA. “Cuando se reúnen las asistentes administrativas, o cuando los nuevos empleados están en formación, hacemos intervenir a nuestros especialistas en IA durante una hora. Les muestran casos de uso específicos de su trabajo, lo cual les resulta mucho más relevante”, explica Paul F. Minssieux.

Apoyarse en embajadores

Pero el corazón del sistema reside en la formación de los “Makers”, empleados que se convierten en futuros embajadores de la IA.

“La selección de nuestros primeros Makers fue natural, gracias a demostraciones prácticas en reuniones y talleres. En cada ocasión, un empleado identificaba una necesidad o problema que se podía resolver con IA, y juntos construíamos el primer asistente ese mismo día”, resume el DSI.

Una vez involucrado, el Maker comienza con una sesión práctica de una hora, aportando uno o dos casos de uso concretos. “Co-creamos con ellos su primer asistente, explicando cada paso y mostrando las posibilidades y limitaciones de la IA generativa. Al final, el nuevo Maker se va con su asistente listo para usar, consejos para mejorarlo y acceso a nuestra comunidad donde puede hacer preguntas, compartir hallazgos e inspirarse en otros.”

Para facilitar aún más el proceso, Clauger desarrolló un “súper asistente” que guía al usuario, mediante una conversación, en el diseño e integración de su asistente en el portal.

Estos makers eran menos de diez en septiembre de 2024; hoy son 200. Sus creaciones, compartidas entre todos, alimentan la plataforma Clauger HUB AI, una biblioteca con más de 250 asistentes, de los cuales una cincuentena son usados diariamente por los equipos. En 2025, para estructurar y asegurar esta creatividad, Clauger creó un equipo informático dedicado a integrar y optimizar las soluciones —que incluso ya empiezan a ofrecer a clientes y socios.

Superar las reticencias

Este enfoque requiere cierta inversión inicial por parte de los usuarios. “Al principio, crear tu primer asistente toma entre 3 y 4 horas, pero con la experiencia baja a unos 20 minutos”, afirma. La rentabilidad llega rápidamente, ya que en promedio estas herramientas ahorran cinco minutos al día.

Sin embargo, algunos empleados fueron reticentes al uso de IA. “Hicimos hincapié en la responsabilidad individual: la IA es una herramienta de apoyo, pero siempre es el colaborador quien mantiene el control y la responsabilidad del resultado final”, explica Paul F. Minssieux. “Además, el objetivo de la IA es liberar tiempo en tareas de bajo valor añadido para centrarse en actividades más enriquecedoras que permitan desarrollar habilidades.”

Ahorro de tiempo, pero sobre todo mejora de calidad

La empresa no busca únicamente automatizar. “La IA no reemplaza, potencia”, insiste Paul F. Minssieux, quien estima haber ganado un 20 % de productividad gracias a los agentes de IA. El beneficio real también se mide en calidad: informes mejor redactados, diagnósticos más precisos, propuestas comerciales más completas. El tiempo ganado se reinvierte en tareas de alto valor.

Los desarrolladores delegan parte del código a la IA para centrarse en la arquitectura; los juristas automatizan la revisión de cláusulas para afinar las negociaciones; los ingenieros dedican más tiempo a análisis complejos.

Medir el retorno de inversión

La transformación alcanza incluso al fundador de la empresa, Paul Minssieux, de 82 años, presidente del consejo de supervisión, quien también usa la IA para preparar reuniones y seguir temas técnicos.

Eso sí, cuantificar con precisión el retorno de inversión de la IA generativa es complicado. “Un aumento progresivo de la inversión, orientado a colaboradores motivados, permite lograr un retorno muy rápido. Los comentarios de nuestros empleados son unánimes sobre los beneficios: ahorro de tiempo, mejora de calidad, mayor comodidad laboral, desarrollo de competencias e imagen de innovación reforzada tanto interna como externamente”, concluye el DSI de Clauger.

Este artículo ha sido traducido para su publicación.
Fuente: La méthode Clauger pour transformer 3 000 collaborateurs en créateurs d’assistants IA